miércoles, 13 de agosto de 2014

Relato (Parte 3)

- Buenos días Kat
- ¿Buenos días? ¿Qué hora es? -pregunté desconcertada
Me rugía la estómago, por lo que deduje que hacía una eternidad que no comía, antes ni me había percatado de que tenía hambre por la sorpresa y la emoción de lo sucedido el día anterior.
- Las diez de la mañana, ha sido un viaje largo pero la mayoría le has pasado dormida, me contestó.
Creo que es hora de que vayas a casa, cojas equipaje para un tiempo y le des una buena excusa a tu madre, tanto por tu desaparición como por las repentinas ''vacaciones'' que te han surgido.

A los cinco minutos llegamos a una calle que me resulta muy familiar... ¡Mi calle!

Aparca a unos quince metros de la casa y me abre la puerta para que me vaya. Cuando ya he bajado del coche y estoy casi en la puerta me giro para contemplarle una vez más, pero allí está él, mirándome fijamente con esos traslúcidos ojos y señalándome con un dedo el reloj que lleva en su muñeca derecha, como diciendo; ''Date prisa''.

Me doy la vuelta hacia el adosado, subo los tres pequeños escalones de piedra que conducen a la puerta principal y antes de abrir me armo de valor e improviso lo que le diré a mi madre.
Cuando ya me he relajado lo suficiente como para respirar sin dificultad, introduzco la llave y la giro lentamente intentando posponer el momento en el que ella me empiece a chillar por haber estado desaparecida dos días.

Por fin la puerta se abre y entro con paso decidido al interior de la casa, atravieso el pasillo todo lo rápido que puedo hasta el cuarto de estar.
Allí, en el viejo sillón está mi madre, sumida en un profundo sueño, tapada con una manta roja con estampado escocés y un café con leche apoyado en la mesita de centro de madera.
Me acerco despacio hasta ella y la doy un beso en la mejilla para que despierte.
Se espabila lentamente y sus ojos se abren de par en par al verme. Sale disparada del sillón y me abraza con todas sus fuerzas.
Por poco me deja sin aire, pensé.
Cuando ya está un poco más relajada me fijo en sus hinchados ojos rojos y su nariz colorada, probablemente por haber estado llorando por mi desaparición.
¡Mierda! Haber que excusa me invento yo ahora...
-Bueno Katel Evans, me debes una explicación y más vale que sea buena y creíble, me dice muy seria.
- Verás mamá, cuando salí del instituto de apuntarme a las clases para el año que viene, Jordan me estaba esperando con una bolsa con ropa, una cesta de picnic y una tienda de campaña, como ya teníamos todo lo que queríamos nos fuimos y decidí llamarte en cuanto llegásemos al bosque, pero cuando quise hacerlo mi teléfono estaba sin batería, por eso no pude llamarte.
- ¿Y qué pasa con el teléfono de Jordan?
- Parece mentira que no le conozcas mamá, es tan despistado que se le olvidó, por poco se acordó de coger la tienda...
-Vale, vale, ¿Pero como es que te consiguió ropa?
- Jordan siempre ha tenido una copia de las llaves de casa, lo cogería cuando estabas trabajando.
- Está bien Katy, pero la próxima vez avísame ¿De acuerdo?
- Lo siento mamá, prometo que la próxima vez lo haré.
La doy un rápido beso en la mejilla y subo disparada las escaleras hacia mi habitación. Ya estaba todo recogido después del  incidente que hubo.
Cojo la bolsa de los viajes y meto lo fundamental; el cepillo de pelo y el de los dientes, desodorante y gomas para el pelo.
También escojo con rapidez un pijama negro de tirantes y pantalón corto, un par de camisetas y un pantalón corto y otro largo, muda, una chaqueta y mis zapatillas de deporte. El cargador del móvil, por supuesto. Y ya estoy lista.
Bajo corriendo la escaleras de nuevo y voy hacia la cocina, allí me hago un sandwich a toda velocidad y lo envuelvo en papel de aluminio, cojo una botella de zumo y salgo dispara por la puerta.

Al verme mi madre se queda sorprendida. La observo. Es una mujer hermosa, tiene unos grandes ojos negros y un precioso pelo negro que la cae en cascada por los hombros, muy parecido al mío.

-¿Dónde vas ahora? Me dice bastante alterada
-Quiero explicártelo todo con tranquilidad pero no tengo tiempo, Allie, Jordan y yo nos vamos de vacaciones a una casa del lago que tiene el padrastro de Allison. No sé durante cuánto tiempo estaremos allí, así que te iré llamando, no te preocupes por nada, además su padrastro nos echará un vistazo de vez en cuando.
-Bueeno... Está bien. Pero llámame todos los días ¿De acuerdo?
-Vale mamá, te quiero.
La doy un largo y tendido abrazo, un gran beso en la mejilla y salgo por la puerta.
Sigo andando sin mirar para atrás, ya que supongo que estará mirando por la ventana y no quiero que vea las lágrimas que ahora mismo me recorren las mejillas.

Cuando llego al coche de nuevo, me siento y cierro la puerta con bastante brusquedad.
- ¡Eh! Tranquila, que mi coche no te ha hecho nada ¿vale? ¿Cómo ha ido?
- ¿A parte de que la he mentido en su cara y no sé cuando la volveré a ver? Bastante bien.
Eso en el caso de que la vuelva a ver alguna vez, pensé.
Me acomodo en el coche y Jamie pone el aire acondicionado. Muevo mi brazo para poner la radio cuando él hace lo mismo y nuestras manos se tocan, produciéndome como una descarga eléctrica, que hace que el bello de mi nuca se erice.
Allí donde nuestras manos se han tocado me arde la piel.
Me ruborizo por tener esa extraña sensación y bajo la cabeza intentando disimularlo mientras abro el sandwich y le doy un gran sorbo al zumo de naranja.
Pero pronto se me pasa la vergüenza al ver que él se revuelve en su asiento incómodo.
No sólo lo he sentido yo, menos mal, pensé.
No sabía porque pero había algo en Jamie que hacía que sintiese una extraña atracción hacia él y sos pecho que a él le pasa lo mismo conmigo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Dadme vuestra opinión sobre las entradas y sobre el blog en general. No importa si es malo, eso me ayudará a mejorar. Muchas gracias.