domingo, 6 de abril de 2014

Relato (Parte 1)

Nos encontrábamos en un pequeño cuarto en la parte de la biblioteca en la que se necesitaba el permiso de un profesor para entrar.
Últimamente iba acompañada a todos sitios, después del robo no me apetecía quedarme sóla.
-Es el libro más llamativo que he visto en mi vida- le dije a Jordan.
Le observé acercarse lentamente hasta él. Jordan tenía el pelo negro azabache y unos ojos del mismo color impresionantes, en los que te podrías perder. Y además era muy musculoso y esbelto.
-Lo tiene todo el chico- pensé.
-¡No!- le grité -¡Podría ser peligroso!
-¡Venga ya!- se mofó él -Tan sólo es un libro Katy, no seas tan drmática. ¿Qúe es lo peor que me podría pasar? ¿Qué estornudarse por culpa del polvo que tiene?
-Vale, muy gracioso, ja-ja-ja - le contesté.
Jordan no me hizo caso, la verdad es que mi advertencia había sonado bastante ridícula.
Se acercó hasta aquel extraño, viejo y mugriento libro. Parecía tener años y años de antigüedad. Abrió lentamente la cubierta de aquel ejemplar y de repente nos absorbió lo que parecía ser un gran agujero negro, me mareé tanto que debí de perder el conocimiento.
Cuando desperté ya no estábamos en la biblioteca de Cardigan, sino en lo que parecía un pasillo extremadamente largo. Me di la vuelta en busca de Jordan por si se encontraba herido ya que no le había oído, pero allí no había nadie, estaba completamente sóla.
Mi pulso empezó a acelerarse, estaba asustada, muy asustada, me temblaba todo el cuerpo y hacía un frío horrible así que no paraba de tiritar.
Decidí ir en busca de mi amigo, estuviera donde estuviese no podía dejarle sólo.
Avancé por el pasillo sigilosamente hasta llegar a unas inmesas puerta de acero, a pesar de que pensé que no podría moverlas ni un milímetro, lo intenté, y para mi sorpresa se abrieron, dando lugar a una enorme habitación. En está zona de donde quisiera que estuvise hacía más calor, cosa que me alivió bastante.
Era un cuarto bastante lúgubre excepto por un sillón de terciopelo rojo. Las paredes eran blancas, había una mesa con un par de sillas y un gran ventanal con cortinas negras.
Entonces para mi sorpresa vi una sombra más oscura moverse, instintivamente me eché para atrás y grité.
La sombra, que era un chico se movió a una velocidad increíble y me sujetó antes de que pudiera caerme. -¡Bienvenida Katel! Te hemos estado esperando durante mucho tiempo-
 Me quedé embobada mirándole, era muy alto, seguro que pasaba el metro ochenta y cinco, tenía lo que parecía un suave pelo en tonos castaños y rojizos, liso y corto, pero lo suficiente largo como para que le caigan unos cuantos mechones en la frente.
Le pegué un repaso bastante intenso, deteniéndome descaradamente en ciertas zonas como la parte de sus músculos recubiertos de una suave piel dorada que dejaba a la vista su traje negro de combate y en su perfectas facciones. Tenía labios carnosos y unos dientes blanquísimos, una perfecta nariz, y ¡Oh sus ojos! Eso si que eran unos ojos increíbles. Eran grandes y de un color azul como... ¿Cómo decirlo? Decolaro, ¡Eso! Un azul decolorado precioso, en cada ojo tenía una delgada línea negra que se extendía desde la parte superior del Iris hasta el centro de la pupila.
A su lado me sentía bastante pequeña, yo era todo lo contrario, soy más bien menuda, con la tez blanquísima y con un pelo negro ni liso ni rizado, lo que es un royo porque me cuesta un montón dejarle un poco decente. Tengo una pequeña nariz con un arito de plata y unos grandes ojos verde aceituna con un pequeño lunar debajo del ojo derecho. Soy bastante bajita, aún que tengo unas largas y delgadas piernas, que en mi opinión, son lo que más me gusta de mi físico.
Entonces cuando por fin volví a la realidad, él me estaba mirando con cara de pocos amigos
-¡Por fin has vuelto! ¿Dónde estabas? ¿Admirando mi esbelta figura?-
Este comentario me dió ganas de darle un buen puñetazo, pero la verdad no me tendría que enfadar porque tiene toda la razón.
Decidí bajar la cabeza para que no se diese cuenta de que me había ruborizado y dije
-¡No sé quien eres, ni que que quieres, ni por qué estoy aquí, pero necesito tu ayuda! ¡Han secutrado a mi mejor amigo! Estábamos en la biblioteca de mi pueblo y de repente nos engulló un libro y me desperté aquí y él ya no estaba.
-Tranquila- me contestó
-Te ayudaré pero ahora tienes que calmarte-
 No sé porque le había contado todo a este extraño pero me inspiraba confianza.

2 comentarios:

  1. Me encanta, no veo nada que no me guste, es muy intrigante. Inmejorable. Un besín, Cris.

    ResponderEliminar
  2. Muchas gracias, aún que siempre se puede mejorar. Otro para ti.

    ResponderEliminar

Dadme vuestra opinión sobre las entradas y sobre el blog en general. No importa si es malo, eso me ayudará a mejorar. Muchas gracias.