domingo, 15 de junio de 2014

Sueños

Por fin había conseguido escaparme de esa horrible y aburrida fiesta en la playa.
Me alejé caminando despacio, con las sandalias en mi mano derecha y mis pies descalzos pisando la húmeda arena.
Era la noche de San Juan y mis compañeros de la residencia estaban celebrándolo con una gran hoguera. Estaban saltando por encima de ella como de costumbre y quemando los libros de texto para celebrar el final de curso.
La verdad es que a mi ese ambiente no me gusta nada, pero había que reconocerlo, era un perfecta y preciosa noche de verano.
Al girar mi cabeza hacia la música que se oía de fondo, la hoguera cada vez era mas pequeña y poco a poco se convertía en un punto de luz en la lejanía.
Hacia fresco por lo que tenia la piel de gallina y maldita sea, no tenia ni un chal para ponerme por encima; solo llevaba aquel fino vestido blanco con algún que otro encaje en la parte del pecho y las sandalias negras que descansaban ahora apoyadas junto a una roca.
Yo estaba en la entrada del mar, tenía frío por la humedad del ambiente y la brisa, pero como no tenía otra cosa mejor que hacer decidí remojar mis pies en la orilla del oscuro océano.
Contemplaba el horizonte y la gran luna llena que iluminaba el firmamento cuando noté como si alguien me observaba.
Me giré en busca de algún borracho que se había equivocado de camino pero allí no había nadie, así que me di la vuelta de nuevo y continué jugando con el agua.
Dios, deseaba que Jev estuviese ahí conmigo, le echaba tanto de menos, la verdad es que él ni sabía que yo existía, sólo habíamos hablado un par de veces y el había sido realmente grosero conmigo sin explicación alguna pero me daba igual quería abrazarle y sentir su cuerpo pegado al mío, me preguntaba como sería sentir sus carnosos labios pegados a los míos.
No entendía porque tenía éstas ganas de verle, me había hablado muy mal, me había hecho algún gesto obsceno y aún así yo no podía dejar de pensar en él.
Menuda imbécil estoy hecha, pensé.
De pronto sentí calor en la parte posterior de mi cuello, como si alguien estuviese respirando en mi nuca, me dí la vuelta y ahí estaba él.
Inconscientemente retrocedí, no quería saber nada de él, en cierto modo tenía miedo de su lado oculto, de aquella parte de él que aún no conocía, pero por otra parte me atraía ese aire de misterio, esas incansables ganas de saber más de él.
-Hola Clary. Me saludó
- ¿Qué haces aquí? ¿Cómo me has encontrado? Le pregunté aún conmocionada por la espontánea aparición
-Eso no importa ahora
-¡Sí importa! Estoy harta de que me hables así y luego aparezcas de la nada cuando te da la gana sin dar ninguna explicación. Le grité mientras me esforzaba por no romper a llorar una vez más y quedar como la niña tonta de siempre.
Me armé de valor y decidí soltar todo lo que me estaba volviendo loca por dentro.
-Puede que sepas que soy una ingenua pero se que hay muchas cosas que no tienen explicación Jev, además no entiendo tu actitud hacia mi.
Al principio me miró como si le hubieran dolido aquellas palabras, pero poco después me miró fijamente a los ojos y me atrajo hacia él.
Entonces me besó, fue cálido, dulce y breve.
De repente se apartó y me miró con los ojos muy abiertos, asustado, esperando mi reacción.
Yo me había quedado inmóvil, no podía articular palabra, no podía pensar en nada, mis manos que hasta ese mismo momento se habían encontrado pegadas a mis costados se movieron casi con miedo detrás de su cuello.
Y le besé, al principio fue lento y tierno pero a continuación se volvió feroz y apasionado, ese tipo de beso que te consume como el fuego, ese tipo de besos que no te dejan pensar en nada.
Por fin se relajó y me apretó más contra su cuerpo, encajábamos a la perfección, él sabía a cítricos y sal, no paraba de buscar mi boca con la suya, sus manos recorrían todas la curvas de mi cuerpo y yo en ese momento era feliz.
Era mejor de lo que había soñado, sus labios eran más suaves y su delicadeza al acariciarme era perfecta.
Lentamente nos separamos apoyando nuestras frentes, con una mano apartó un mechon de pelo de mi cara, me miró a los ojos, sonrió y me dijo:
-No te imaginas todo el tiempo que he esperado para poder hacer ésto.
Le sonreí sin poder articular palabra, todavía me parecía un sueño.
De repente todo empezó a desaparecer como en un remolino y escuché la alarma de mi despertador, me incorporé agitada y empapada en sudor, todo había sido un sueño. Un sueño de los que noche tras noche me perseguían haciéndome levantar alterada en medio de la oscuridad. Había sido tan real.
Pero simplemente era un sueño más.

2 comentarios:

  1. Los sueños a veces son tan reales que tienes que pellizcarte para darte cuenta de que es realidad y que np

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    1. Como una vez vi en una serie; tienes que contarte los dedos, en los sueños siempre tienes uno más

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